Adaptar nuestro modelo de negocio a la normativa a menudo se percibe más como una imposición o incluso, como un elemento que en lugar de ayudar, puede suponer un lastre en nuestros métodos y procedimientos de trabajo.

Por ejemplo, el cumplimiento de la normativa sobre cookies, muchas veces resulta un impedimento para muchas startups, que necesitan poder analizar el comportamiento del usuario que visita su web, y ven en el cumplimiento de esta normativa un obstáculo para su negocio.

Lo mismo podemos decir de los pop ups, banners o faldones informativos que se insertan en muchas webs con la información legal necesaria, así como los interminables textos legales, que, además de eternos, no los comprende nadie.

Sin embargo, la mayoría de ecommerce, plataformas, webs, landings, etc, repiten y repiten el mismo tipo de contenidos legales, y casi todos lo hacen de la misma manera, incluso, con un abuso realmente preocupante del “copiar y pegar” de una web del mismo sector a la propia web (“total, nadie lo va a leer”, o: “si no sirve para nada, solo para ensuciar el diseño de la web”…), ¿verdad?

 

¿Qué sentido tiene? Realmente, ninguno

El cumplimiento normativo no tiene que ser solo algo formal, sino que tenemos que conseguir mejorar la experiencia de usuario también en ese sentido. Es por eso por lo que se empezaron a aplicar técnicas de Design Thinking en los procesos legales, en una nueva disciplina que se ha venido a conocer como Legal Design.

El Legal Design pone el foco en el usuario, lo cual, ya es un avance, y sintoniza plenamente con la estrategia de negocio. Se busca adaptar los procesos, métodos, textos legales, etc de manera que sean más comprensibles para el usuario, no solo desde el punto de vista de la comprensión técnica de lo que se le está planteando, sino también desde el punto de vista visual o de diseño.

El Legal Design se está aplicando a nivel interno y a nivel externo: se aplica dentro de las organizaciones, se aplica a nivel jurídico, desarrollando smart legal tools, promoviendo la innovación de las organizaciones a nivel legal, pero también se aplica mucho en el ámbito web, diseñando nuevas maneras de comunicar y transmitir las condiciones legales de un ecommerce, diseñando aplicaciones y funcionalidades que permiten la accesibilidad real de los usuarios con discapacidad, haciendo visual aquello que antes se tenía que leer, etc.

El Legal Design como disciplina legal es bastante reciente: se le atribuye la “maternidad” a Margaret Hagan, Directora del Laboratorio de Diseño Legal de la Standford Law School.

Como hemos indicado, el Legal Design utiliza herramientas y procesos propios del Design Thinking y esto resulta una gran ventaja, dado que nos puede ayudar a resolver problemas legales o cuestiones que desde un punto de vista “tradicional” los abogados “tradicionales” no podrían resolver. Podemos decir que se trataría de ser “disruptivo” también desde el punto de vista legal.

Si los negocios están basados en modelos cada vez más tecnológicos, disruptivos y diferenciadores, lo lógico es que el acompañamiento legal que tengan también esté en la misma sintonía. Lo contrario sería como intentar hablar en dos idiomas distintos.

El enfoque principal del Legal Design está basado en tres ejes, los cuales interconexionan entre sí:

 

  • DISEÑO: Para crear productos y servicios que las personas puedan y quieran utilizar.
  • TECNOLOGÍA: Que mejore la productividad y efectividad de las acciones de las personas.
  • NORMATIVA: Para promover una sociedad justa e igualitaria y empoderar a las personas.

 

Así pues, es cuestión de unir Diseño, Tecnología y Derecho con un objetivo definido: crear nuevos procesos o modelos enfocados en el usuario, más accesibles, que les aporten una mejora, y si además fuera posible, que los empoderen.

Una manera de empoderar a las personas como colectivo, podría ser la de implementar herramientas y procesos que ayuden a eliminar la brecha digital.

También supone un giro total a la manera de trabajar tradicional en la consultoría legal o la abogacía, ya que implica tener que colaborar o trabajar estrechamente con otros profesionales que no provienen del sector jurídico, como desarrolladores, diseñadores, etc.

 

En la práctica, también es una oportunidad de que surjan proyectos nuevos liderados por equipos multidisciplinares, que intenten aportar soluciones basadas en el Legal Design, más integradoras y accesibles.

Una de las carencias habituales que echamos en falta en muchos proyectos desarrollados por startups radica precisamente en que la “pata legal” es la última en ser atendida, y eso es un error que puede resultar fatal, ya que, en ocasiones, los modelos de negocio han de pivotar por necesidad, ya que no han tenido en cuenta determinados aspectos legales que, si se hubieran previsto inicialmente, hubieran evitado muchas horas de trabajo, desarrollo e inversión.

La aplicación de criterios de Legal Design desde el primer momento no solo puede resultar útil desde el punto de vista anterior, sino que también enlaza con el principio de Privacy by Design que impone el GDPR, por el cual, un nuevo proyecto o negocio que pueda tener implicaciones sobre datos personales, ha de tener en cuenta criterios de privacidad desde la misma fase de diseño del proceso, desarrollo o utilidad de que se trate.

También hay que pensar que en otros ámbitos, la normativa también nos exige transparencia y accesibilidad, como por ejemplo, la normativa que protege los derechos de los Consumidores y Usuarios o la normativa sobre comercio electrónico.

En ocasiones, podemos estar hablando de acciones tan sencillas como “acomodar” el lenguaje de los textos legales para que sea comprensible para las personas a las que va destinadas. Si nos preocupamos de traducir nuestra web a otros idiomas, pensando en quién podrá ver la web, ¿por qué no nos preocupamos en acondicionar los textos legales para que puedan ser entendidos por las personas a las que van dirigidos? ¿No venderíamos más si las condiciones de nuestros servicios o de venta de nuestros productos se entendieran bien? Creo que esta conclusión sería interesante, como resumen de lo que estamos comentando:

Lo accesible, vende. Mejorar la experiencia de usuario, vende. Mejorar nuestros procesos desde la fase de diseño, nos ahorra mucho dinero.

 

Si además, estamos consiguiendo cumplir de esa manera la normativa, no solo vende, sino que además, nos diferencia del resto. Es cuestión de ver una oportunidad donde otros solamente ven “algo que ensucia el diseño de mi web”.

Álvaro Orts Ferrer

Abogado legaltech | Linkedin